Hoy, ante la situación de crisis que vivimos, y las despiadadas medidas económicas con las que los gobiernos someten a los hombres y mujeres trabajadoras, el Grupo Mujeres y Teología de Ciudad Real, quiere denunciar:
1. Que la dignidad de las personas está siendo pisoteada, con la excusa de que hay que recortar gastos y sanear la economía, mientras unos cuantos, relacionados además con los que nos gobiernan, “meten la mano” en lo que no es suyo, se enriquecen, se aprovechan descaradamente, sin que apenas pase nada.
2. Que no es justo que siempre paguen “los platos rotos” los y las de “abajo”, los mayores, los jóvenes, y los trabajadores y trabajadoras, que tienen solo su fuerza laboral para hacer frente a los mil avatares que trae la vida.
3. Que hay cada vez más parados y paradas, más personas que engrosan esa oscura lista, y que las únicas soluciones “gloriosas” que se articulan tienen como base negocios como el “Eurovegas”, donde el juego, y el ocio mal entendido, prometen una especie de “mundo feliz”, un espejismo de miles de puestos de trabajo, en el que parece ser que el fin justifica los medios.
4. Que las leyes no pueden cambiarse a golpe de capricho, que no estamos de acuerdo con la Reforma Laboral, que no apoyamos a quienes están desmantelando la Sanidad y Educación Pública, por las que tanto hemos luchado, esos logros que nos hacían sentirnos orgullosas de los servicios públicos de nuestro país.
5. Que hay gente que está aún más “abajo”, y para los que se ha cerrado toda posibilidad. Las “migajas” con las que se apoyaba a las Organizaciones que apuestan por ellos, también han quedado fuera. Aquí la “tijera” corta sin piedad. Ya no importa demasiado dónde dormirán los sin hogar, que aumentan día a día, ni quién dará cobijo a las personas con problemas de drogodependencia, ni quién apoyará a las mujeres y familias gitanas o payas que no tienen medio de subsistir ni de encontrar trabajo, y que ya no tienen ayudas para los comedores escolares, ni para los materiales infantiles; personas todas ellas desprotegidas y silenciadas.
6. Que hay muchas mujeres, que trabajan en la casa, que cuidan hijos, que cuidan a personas mayores, para las que, si antes no había un reconocimiento, o quizá solo un pequeño reconocimiento interesado, ahora ya no hay nada. Si nos descuidamos ¡hasta puede caerles alguna “culpa”, por haber intentado obtener una remuneración del trabajo doméstico o querer desarrollarse también fuera del hogar!
7. Que más allá de nuestras fronteras, las “cosas están peor”, porque el mundo especulativo e ilusorio que hemos creado genera desigualdad e injusticia por doquier, y el espectáculo es de terror para las personas y países con menos recursos, arrasados por la guerra y los intereses comerciales.
8. Que con nuestro silencio, nuestra pasividad y nuestra tendencia al “sálvese quien pueda”, nos hacemos cómplices, también muchos de los que nos consideramos cristianos y cristianas, y específicamente católicos y católicas, y permitimos que todo este “tinglado” siga adelante. Eso nos hace a todos y todas corresponsables de la situación.
Proclama frente a la inequidad y la injusticia
1. Que los cambios para transformar el mundo pasan por construir cada día el Reino de Dios, esa maravillosa Utopía, en la que las diferencias no serán desigualdades, y donde los que han nacido “con menos suerte”, tienen las mismas oportunidades.
2. Que mantener y alentar la educación en valores, es el “pan nuestro de cada día”, para que nunca el fin justifique los medios, y las personas que nos miren puedan ver a través de nosotros y nosotras, que otro mundo es posible, que la vida merece la pena ser vivida y que cada ser humano tiene derecho y deber de aspirar a su plenitud.
3. Que hemos sido creados como seres de encuentro y no de enfrentamiento. Varones y mujeres, cooperadores y constructores de humanidad, llamados a trabajar codo con codo, solidariamente, tejiendo redes en las que las personas más vulnerables puedan ver reconocida su dignidad. Que para “salir de ésta”, la actitud del encuentro es esencial.
4. Que creemos en el ser humano, en cada ser humano, en todo ser humano, y en la comunidad como valor que nos hace responsables del otro, de la otra.
5. Que Jesús de Nazaret es nuestra fuente, nuestra pasión. Orar y trabajar con la mirada puesta en Él significa estar comprometidos y comprometidas hoy con todas las causas que luchan en contra de que los seres humanos sean utilizados, vapuleados, despojados de su condición de tal, de mil maneras.
6. Que el feminismo es una de estas causas, y por ello queremos evocar a todas las mujeres que sufren cualquier tipo de maltrato, desprecio o falta de consideración, especialmente en el mundo laboral, y particularmente en el espacio doméstico, que ha de ser reconceptualizado.
7. Que queremos felicitarnos, vivir la vida con gozo, alabar y bendecir, porque deseamos “las rosas”, es decir la belleza, mientras trabajamos por “el pan”: un nuevo sistema social y económico, una nueva propuesta de relaciones humanas.
8. Que anhelamos una Iglesia de espiritualidad encarnada y profética, y una Sociedad en la que el sueño de la paz, la justicia, la armonía y la verdad sean “realidad real”, tangible y concreta para todo ser humano.
Todas y todos nos invitamos a empezar hoy a construir el mañana, con coraje y convencimiento, con diálogo y apertura, sin sospechas ni prejuicios, en la esperanza de que si queremos, podemos.