OPINIÓN
Las masculinidades son múltiples y diversas como lo son las formas de vivir la paternidad. A pesar de que las más visibles, las hegemónicas, han sido las machistas siempre ha habido diversidad.
En la actualidad aquellas paternidades que se implican más con el cuidado y las emociones de hijos e hijas van consiguiendo una mayor visibilidad en nuestra vida cotidiana, en los medios de comunicación y en el discurso social. El avance de la igualdad y la crisis de la masculinidad, gracias al feminismo, lo han hecho posible. El feminismo es el movimiento de emancipación de las mujeres que, a su vez, beneficia también a los hombres porque obliga a repensar modelos tóxicos de masculinidad.
Si bien todavía quedan, y muchos, hombres que todavía viven su paternidad exclusivamente como proveedores -y, por lo tanto, según el papel marcado por una sociedad machista- se puede afirmar que hay en marcha un proceso de cambio cultural en la forma de vivir el hecho de ser padres. Las “nuevas” paternidades no son tan nuevas como puede parecer: padres cuidadores y responsables simpre han existido, pero eran minoría. Ahora son emergentes a pesar de que no sean mayoritarias. Cada vez más hombres optan por querer crear una familia e implicarse en la crianza de sus hijos y de las hijas, más allá de la parte más lúdica. No quieren ser padres de “fin de semana”, piden el permiso voluntario de paternidad de 15 días, que existe actualmente en el Estado español, y pueden pedir reducción de jornada o vacaciones para poder cuidar de su familia.
Los “nuevos” padres que han crecido con otras inquietudes y se implican con sus hijos e hijas y se esfuerzan para establecer vínculos afectivos fuertes. A veces lo son de forma natural: por convicción y como opción consciente de vida. En otras ocasiones han sido circunstancias como por ejemplo la crisis que ha dejado en el paro a muchos hombres que se han hecho cargo de los hijos e hijas mientras sus compañeras seguían trabajando. Una “nueva” paternidad sobrevenida pero aceptada y asumida por parte de sus protagonistas que han aprendido y se han incorporado plenamente a esta vivencia. En muchas ocasiones sólo saben que no quieren ser como la anterior generación pero tampoco tienen referentes y están construyendo una nueva forma de ser padre que, al menos intenta, ser más igualitaria. Son padres (hombres) en construcción.
El movimiento de hombres por la igualdad reivindica permisos iguales, intransferibles y remunerados por adopción o nacimiento tanto para madres como para padres. Un modelo que ya existe en otros países europeos y que genera un referente social positivo, promueve un cambio cultural a favor la paternidad responsable y cuidadora y elimina uno de los obstáculos que tienen las mujeres en el mercado laboral que las penaliza como principales responsables, en un sistema social machista, de los cuidados.
Los hombres feministas tienen el reto de conseguir que el cambio hacia las nuevas masculinidades y nuevas paternidades sea consciente, autocrítico y maduro por parte de los hombres. Y, también, que sea visible para la sociedad a partir de nuevos referentes, presencia en los discursos sociales y que cuente con el apoyo de las políticas públicas. Aunque todavía queda mucho camino para lograr que la “nueva” paternidad sea mayoritaria, el proceso de cambio ya se ha iniciado.
