OPINIÓN
El flamenco me ha acompañado a lo largo de mi vida desde que tenía doce años. Estudié danza a nivel profesional, en un contexto de élite, académico y competitivo. Al finalizar mi formación como bailarina y después de recorrer un camino de experiencias profesionales en este ámbito, me di cuenta que ser mujer y bailarina resultaba muy difícil, mucho más si eres mujer, bailarina y feminista. Durante un periodo de contradicciones internas, me di cuenta que mi triunfo no lo encontraría en los escenarios, y que no tenía que meter mis ideologías en el mundo de la danza, sino que tenía que sacar el flamenco y adaptarlo a mis ideologías.
Antecedentes
Paralelamente a mi formación artística estudié Educación Social y Antropología. Cuando trabajaba como educadora en una Casa de Acogida para Mujeres Maltratadas, pude vivir la experiencia de invitar a las mujeres a bailar y dejarse llevar por la magia de la música y del flamenco. Aquella noche en la casa no hubo lo que acostumbraba a haber, el silencio o las palabras, hubo otro tipo de comunicación, el lenguaje corporal, otro tipo de expresión, la del propio cuerpo, por donde todo nos pasa, pero no siempre desde donde todo se expresa.
La experiencia de poder ver a aquel grupo de mujeres bailando, riendo o simplemente dejándose llevar por la música, me hizo entender que el flamenco tenía el poder de sacarte de tu realidad o expresarla de otro modo, conectarte con otras cosas. En aquel momento encontré mi respuesta, mi camino: aquella noche nació mi proyecto de convertir el flamenco en una herramienta de desarrollo personal para las mujeres, nació la FlamencoTeràpia.
FlamencoTeràpia con visión de género
Mi especialización como antropóloga y el trabajo con mujeres ha hecho que me interese específicamente por una visión del cuerpo que incorpore la perspectiva de género, para identificar cómo las mujeres han aprendido un lenguaje corporal diferenciado, como un fiel reflejo del aprendizaje sociocultural de los roles de género. El cuerpo no ha quedado libre de las influencias que la educación, la cultura y la sociedad han ejercido sobre él, siendo los cuerpos sexuados y por lo tanto las influencias diferentes y específicas para cada sexo.
En este sentido me parece sumamente enriquecedor el flamenco, donde se entrecruzan aquello masculino y aquello femenino, para crear un lenguaje corporal único que se nutre de ambas energías, donde las mujeres y los hombres usan movimientos intercambiables, donde aquello femenino puede acontecer masculino y vicerversa, hasta confundirse los límites. Este aspecto ha despertado enormemente mi interés y lo he encontrado de gran valor terapéutico, dado que nuestros cuerpos tendrían que poder experimentar diferentes tipos de movimientos y lenguajes, más allá de los socioculturalmente aprendidos e impuestos. Se trata que el movimiento pueda responder a nuestras necesidades, que nos acompañe y nos ayude en las diferentes situaciones de la vida y que el cuerpo no quede al margen de nuestro pensar y de nuestro sentir. Para conseguirlo es necesario no limitarlo y esto pasa necesariamente por un proceso de concienciación y experimentación psicocorporal, donde el flamenco puede resultar de gran ayuda.
Fruto de todas estas inquietudes y reflexiones surge en el año 2003 un enfoque propio llamado FlamencoTerapia que trata de utilizar el flamenco como herramienta terapéutica específica para mujeres, incorporando la perspectiva de género al lenguaje corporal. Tiene como objetivo principal aprovechar la riqueza de los movimientos de la danza flamenca, para que las mujeres puedan tomar conciencia y reflexionar sobre el propio lenguaje corporal aprendido. También puede ser una herramienta facilitadora para la detección y la toma de conciencia de determinadas dificultades en varias áreas de la vida (emocional, psicológica, social, etc.), reflejadas también en el cuerpo y en el movimiento. La FlamencoTerapia facilita un interesante trabajo de autoexploración, donde son las propias mujeres quienes deciden el grado de profunditzación, acompañadas por la facilidad y la empatía que despierta el lenguaje no verbal, a través de la música y la danza.
Más allá de las propiedades terapéuticas que tiene el flamenco y la danza en general, la FlamencoTerapia se desarrolla a partir de contenidos específicamente diseñados para trabajar objetivos concretos y no persigue en ningún caso la adquisición de conocimientos técnicos de danza. Pretende además hacer del flamenco una herramienta facilitadora de la expresión corporal y emocional, apostando por las diferencias bajo la premisa que no existe una única manera de bailar y sentir el flamenco, sino infinitas. Se trata de apropiarse de este baile para convertirlo en una herramienta de transformación accesible a todas las mujeres.
Finalmente destacar que la fuerza y la profundidad que esconde el flamenco lo convierte en una herramienta de indiscutible valor para poder trabajar la asertividad corporal y el empoderamiento de las mujeres, ofreciendo la oportunidad que este proporciona para sacar el potencial y los recursos que cada mujer ya posee para ser protagonista de sus propios procesos, resignificándolos y transformándolos.
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